El poder de la desobediencia civil y la resistencia pacífica

Vivimos en una sociedad moderna, mediatizada y tecnologizada, en donde la mayoría de los países vive en democracia. Por lo tanto, hablar de marchas o protestas de sus ciudadanos es  algo común, debido a la (supuesta) posibilidad de libre expresión y ausencia de opresión. Por la educación, por la salud, por derechos laborales, por políticas exteriores, […]

Vivimos en una sociedad moderna, mediatizada y tecnologizada, en donde la mayoría de los países vive en democracia. Por lo tanto, hablar de marchas o protestas de sus ciudadanos es  algo común, debido a la (supuesta) posibilidad de libre expresión y ausencia de opresión. Por la educación, por la salud, por derechos laborales, por políticas exteriores, guerras y/o por el medioambiente, entre otros temas, la ciudadanía se ha convocado para manifestar rechazo frente a situaciones que les parecen injustas, dejándole claro al Estado y a los grandes grupos de poder que tienen una fuerte voz a la hora de plantear cómo deberían ser las cosas.

Casos de éxitos hay muchos, en donde las manifestaciones han logrado su cometido. Casos de fracaso también, cuando de todas formas se aprobaron leyes o proyectos que muchos consideraban injustos. Sea cual sea el resultado, las marchas, protestas y movimientos ciudadanos son parte de nuestra historia.

Y la idea en la mayoría de los casos ha sido actuar de manera no violenta. Son marchas convocadas con una intención pacífica, y aunque muchas de ellas han terminado con detenidos y actos vandálicos que se escapan a la noción original. Pero, ¿cuándo nace esta manera de actuar de la ciudadanía? Es cierto que en Latinoamérica en la década de los setenta y ochenta, en varios países hubo dictaduras que impidieron que las personas se manifestaran libremente. Sin embargo, sabemos de enormes movimientos ciudadanos que han marcado décadas pasadas, y que han dado un giro a la historia.

Desobediencia Civil: Thoreau, Ghandi y Martin Luther King

Eran finales del siglo XIX, específicamente 1848, cuando se publicó un libro que cambiaría la mirada sobre cómo un ciudadano podía enfrentarse a su entorno político y social. Se trata de “Desobediencia civil”, del poeta y ensayista norteamericano Henry David Thoreau, donde explicó los principios básicos de esta desobediencia civil que él mismo puso en práctica dos años antes. En el verano de 1846, Henry se negó a pagar sus impuestos, por lo que fue detenido y encerrado en prisión. 

Thoreau. Ilustración por Eric Nyquist

Él se justificó explicando que se negaba a colaborar con un Estado que mantenía el régimen de esclavitud y emprendía guerras injustificadas, en aquel caso, contra México.

Cabe destacar que las ideas e intenciones de Thoreau, que era considerado una persona excéntrica de gran ingenio, iban más allá del egoísmo individualista, ya que cuestionaba la conformidad del gobierno para cobrar impuestos que financiaban una guerra injusta.

Este acto fue sólo el principio de una “filosofía” que muchos luego seguirían como una fuerte ideología. Esto, ya que Henry fue un acérrimo crítico de la sociedad civil norteamericana y del naciente capitalismo, e invitaba a los ciudadanos a practicar la protesta legítima no violenta, haciéndose algunas preguntas básicas como: ante la presencia de leyes injustas ¿debemos obedecerlas? ¿O debemos hacer un esfuerzo por modificarlas?

Es así como su obra más conocida tiene una repercusión tan grande, que llegó a ser inspiración directa personajes de la historia contemporánea emblemáticos. Por ejemplo, de Mahatma Gandhi. Aunque aprendió de su madre el respeto por los seres vivos, las virtudes del vegetarianismo y la tolerancia hacia diferentes formas de pensar (inclusive hacia otros credos y religiones), este reconocido abogado, político y pensador indio tuvo la obra Desobediencia Civil como libro de cabecera.

Gandhi es conocido por su inmensa obra pacifista e independista en la India, porque promovió manifestaciones no violentas y huelgas de hambre para obtener del imperio británico autonomía como país. Y aunque muchos de sus compatriotas propusieron una guerra abierta, Gandhi siempre insistió en el camino de la no violencia, defendiendo que “cuando un hombre entiende que obedecer leyes injustas va contra su dignidad como ser humano, ninguna tiranía puede dominarle.”

También influyó en Martin Luther King y en su lucha no violenta contra la discriminación a la población negra en EEUU. “El objetivo es crear una situación de crisis generalizada que abra inevitablemente la puerta a las negociaciones”. Así pudo resumir Luther King su acción sociopolítica: encarar pacíficamente con una movilización que pueda desestabilizar el panorama hasta llegar a un punto de ebullición, pero sin permitirle estallar, gracias al liderazgo y a las convicciones compartidas.

Esta era una de las principales diferencias entre la no violencia de King y la violencia proactiva de su contemporáneo Malcolm X.  Mientras el último no dudaba en acudir a la defensa propia para lograr sus cometidos, King (pastor bautista) llevó los principios de Gandhi hasta cada rincón del sur de EEUU. (Fuente: Lupaprotestante.com)

“La desobediencia es el verdadero fundamento de la libertad. Los obedientes deben ser esclavos.” – Henry David Thoreau

Remolinos en la playa de Punta de Choros. Foto: David Villarroel

Desobediencia Civil en Chile

En nuestro país, durante las últimas décadas han aumentado las marchas y manifestaciones pacíficas, relacionadas a la desobediencia civil. Cabe destacar la “Revolución de los Pingüinos” del año 2006, cuando más de 600 mil estudiantes de más de cien colegios del país comenzaron a movilizarse por una mejora en la calidad de la educación y su gratuidad. Es la mayor protesta de estudiantes en la historia de Chile, y con batucadas, pasacalles, tomas de liceos y colegios, y otras acciones de corte cultural y social, calaron hondo en la sociedad chilena.

Desde esa época a la actualidad, las marchas y protestas por la educación en Chile han marcado la pauta, tornándose los últimos años en acciones más violentas, sobre todo por la represión contra los estudiantes por parte de la autoridad.

El medioambiente también ha sido tema protagónico a la hora de manifestarse y crear fuertes movimientos ciudadanos en nuestro país. Patagonia Sin Represas, No Alto Maipo y Salvemos La Higuera son sólo algunas de las manifestaciones más importantes.

“La manifestación o protesta es un acto natural, digno de aplaudir y parte de la resiliencia humana histórica. Está directamente relacionado con poner límites, y funciona tanto a nivel individual como a nivel grupal. Mientras una sociedad o persona es más educada, sana y/o madura, sus exigencias y protestas son mejor argumentadas y con mayor calidad en el contenido”, explica Raimundo Gómez, fundador del Movimiento Chao Pescao y Director Ejecutivo de Fundación Relaves.

Cabe recordar que el año 2008 existía en carpeta el proyecto de tres termoeléctricas que pretendían instalarse a pocos kilómetros de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt (Isla Damas, Isla Choros, Punta de Choros y Chañaral). Esto generó un movimiento ciudadano de tal proporción -con marchas ciudadanas y protestas, con un documental (Chao Pescao, Salvemos Punta de Choros) y otras acciones- que el presidente de la época (Sebastián Piñera) no le quedó otra opción que frenar el proyecto de manera personal. La idea fue educar y sensibilizar a las personas sobre las consecuencias de la instalación de estas termoeléctricas, para que la ciudadanía de todo el país se identificara y protegiera este territorio. 

Raimundo comenta:

“La sociedad chilena está cada vez más madura y consciente de la inequidad, los abusos, la corrupción y el agotamiento de recursos no renovables. Ha salido (con menos miedo que en tiempos de dictadura) a la calle, para exigir y levantar temáticas claves para un crecimiento social más orgánico, responsable y equitativo”.

Y finaliza reflexionando que “tenemos a los tomadores de decisiones, políticos y empresarios que tienen las herramientas para: o hacer de receptáculo de estas exigencias, o acallarlas, atemorizando o creando climas mediáticos de caos. Esto también es un directo indicador de la educación, madurez y/o niveles de corrupción de un país o grupo social. Esperemos que tanto la sociedad como los que toman las decisiones sigamos madurando, exigiendo, escuchando y respetándonos, para así alcanzar un verdadero desarrollo sustentable en el tiempo”.