La bóveda de las semillas

Los bancos de semillas a cargo del Instituto de Investigación Agropecuaria (INIA), a través del Ministerio de Agricultura de Chile, almacenan semillas de especies silvestres y de cultivo, entre ellas plantas endémicas y nativas, que están amenazadas o en peligro de extinción. 

Ubicado al interior de una gran parcela en lo profundo del Valle del Esquí, el banco base de semillas del Instituto de Investigación Agropecuaria, a cargo de diez investigadores de diferentes áreas, conserva la mayor cantidad de recursos fitogenéticos del país. Este lugar no fue escogido aleatoriamente. Las condiciones del clima en Vicuña permiten el resguardo de estas especies a largo plazo, ya que hay pocas lluvias y es un lugar remoto, alejado de grandes ciudades, pero con un acceso cercano al aeropuerto. Fue fundado en 1990 y según el Informe Mundial sobre Recursos Genéticos de la FAO, es uno de los tres más confiables en términos de conservación dentro de  América Latina y el Caribe.

Carolina Pañitrur, ingeniera agrónoma y encargada del lugar hace un año, lo llama el Arca de las Semillas ya que esta estructura, anti sísmica y contra el fuego, conserva la mayor cantidad de material genético vegetal del país. En él se encuentran alrededor de 3000 colecciones de diversas especies de semillas. En Chile, según la agrónoma, aún no hay un plan para el futuro de estas, pero en el centro se hacen simulaciones a través de programas computacionales, que buscan descubrir si las especies sobrevivirían a las posibles condiciones climáticas del futuro.

La especialidad del banco base ubicado en Vicuña, son las especies nativas y endémicas del territorio chileno. Los otros bancos existentes están en Santiago, donde se concentran especies frutales y hortalizas, Chillán, con ejemplares del trigo y leguminosas, Temuco, donde hay más legumbres, frutos rojos y forrajeras, utilizadas para sustentar la actividad ganadera. Por último, en Osorno se mantienen todos los tipos de variedades de papas, allí se conservan a través de plantaciones in vitro (también conocidas como cultivos de tejidos vegetales).

Para llegar a guardarlas en las bóvedas de frío, todas las semillas deben pasar por un largo proceso. El principal cometido es asegurar su viabilidad y que logren germinar en muchos años más. ¿Por qué son custodiadas en frío y a baja humedad? Los -20 grados Celsius y el 15% de humedad  ayudarán a ralentizar el metabolismo de la semilla, es decir, seguirá viva pero se mantendrá sin crecer. Esto también se conoce como el “estado quiescente”.

Pero antes de llegar a la bóveda, primero se hace una recolección de las especies en la zona acordada. Por cada especie se llena una ficha con el nombre de la semilla, a qué familia pertenece, coordenadas geográficas, especies que hay alrededor y estado fenológico. Además, hay protocolos de colecta que indican cómo, cuándo, cuántas semillas sacar para no convertir la intención de conservar en un daño.

Luego se asigna un código, se envasa en una bolsa de papel y se lleva al banco. Aquí comienza el proceso de limpieza, ya que pueden venir con restos de basura o contaminantes externos. Una vez terminada esta etapa, lo siguiente es deshumedecerlas para detener la actividad metabólica. “Nosotros tenemos que bajarle la humedad, llegan con un 40%-50% y finalmente le bajamos a un 15%”, explica Pañitrur. Las semillas se monitorean una vez a la semana hasta alcanzar la humedad deseada.

Antes de dejar las semillas en la bóveda viene la prueba de viabilidad y germinación. Se establecen 3 repeticiones con 20 semillas cada una, se colocan en cápsulas petri en medio agar-agar (para darle humedad) y se colocan en una incubadora, se monitorean cada dos o tres días hasta ver si germinan. Esto se evidencia cuando emerge la radícula, la primera parte de la raíz en conectar con la tierra.

Las especies conservadas en la bóveda son “ortodoxas”, lo que quiere decir que tienen la capacidad de resistir la humedad baja. También las hay “recalcitrantes”, que no sobreviven a la conservación a largo plazo, por lo que se intentan propagar en jardines, otra forma de perpetuar la vida.

Dentro de la ciudad de Vicuña no es tan conocido, pero han trabajado con ello. Suelen recibir muchas visitas, desde estudiantes de agronomía  hasta jardines infantiles. La motivación ambiental es bastante fuerte por parte de los profesionales que trabajan en el lugar e investigar y transferir el conocimiento es la misión del Banco.

“No solo es conservar, aún hay mucho desconocimiento de nuestro rol” cuenta, preocupada, Pañitrur. La ingeniera, con pesar en la voz, explica que siempre trata de transmitir el mensaje de que el depósito de semillas resguardado entre las paredes del arca es más importante que el dinero. “Sin las plantas no existimos. Todo viene de ellas. Falta conocimiento para llegar a una valoración total de lo que tenemos acá y lo que tendremos en futuro”, agrega.

No obstante el desconocimiento general, hay una parte de la ciudadanía interesada en esto: los agricultores. Muchos se acercan por nostalgia, ya que quieren ver otra vez las variedades tradicionales que se han ido perdiendo con los años. El banco les ofrece la opción de entregarles ciertas semillas luego de hacer una solicitud formal.

Seguro de vida

Las semillas tienen duplicados en el exterior. A través de convenios, se unen a Bancos de Semillas internacionales para poder amparar las especies en caso de alguna tragedia material. A pesar de que la estructura es un gran acorazado, mandar paquetes con especies es una gran idea en caso de guerras o pestes agrícolas. Hace poco se hizo un depósito en el banco de Noruega, más conocido como la “Bóveda del fin del mundo”, donde resguardan el material de 231 países, la colección más diversa de La Tierra.

Un estudio de la Universidad de East Anglia, la Universidad James Cook y World Wildlife Fund (WWF) publicado este año 2018 indica que el 50% de las especies están en peligro a causa del cambio climático. En Chile, la idea es que en el centro se hagan simulaciones que traten de, por medio de programas computacionales, ver si una especie es resistente en un clima determinado y así, si desaparecerán o no.