Más acción, menos discurso: Un paso más allá de la Educación Ambiental

Hoy en día son cada vez más las personas que ven la educación ambiental como una herramienta capaz de cambiar el actuar del ser humano hacia prácticas y formas de vida más amigables con el medioambiente; que se pueden enseñar tanto al interior de las aulas escolares como fuera de ellas. Pero ¿qué es exactamente […]

Hoy en día son cada vez más las personas que ven la educación ambiental como una herramienta capaz de cambiar el actuar del ser humano hacia prácticas y formas de vida más amigables con el medioambiente; que se pueden enseñar tanto al interior de las aulas escolares como fuera de ellas. Pero ¿qué es exactamente la educación ambiental y cómo se inicio? Aquí te lo contamos.

La expresión “Educación Ambiental” fue utilizada por primera vez en Estocolmo, el año 1972 durante la realización de la Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente, considerada el “primer foro mundial del ambiente” donde se declararon los problemas que se generaban en el medio y su posible repercusión a corto y mediano plazo en la vida. Según se habló en la conferencia, las causas de aquello tenían que ver principalmente con la ignorancia o indiferencia del ser humano hacia el medio, lo que produjo la necesidad de promover una labor de educación en temas ambientales dirigida a todas las generaciones humanas.

Así, la declaración final de Estocolmo fue un llamado a establecer internacionalmente un programa de educación ambiental con un enfoque interdisciplinario escolar y extraescolar. De ahí en adelante se dio inicio a un proceso constante y paulatino de discusiones y consideraciones políticas en relación a la implementación de acciones educativas tendientes al conocimiento, concientización, restauración y preservación del medio ambiente, tanto a nivel mundial, regional y local. Es así como también se comienzan a aceptar términos, prácticas y terminologías tales como “naturalista”, “conservacionista”, “ecologista”, “ambientalista” y más recientemente “para el desarrollo sostenible”.

Presentación de la Fundación Cidemar y la Alianza Playera de Chile (APCL), así como del protocolo de la limpieza de playas a participantes y  estudiantes de escuelas y liceos provenientes de Viña del Mar por parte de María Jose Ochoa en el marco de la celebración del Día Internacional de la Limpieza de Playas, Playa Caleta Abarca, 27 de Septiembre de 2019. ©  Bruno Larraín, voluntario de la Fundacion Cidemar.

Con la lupa en lo local

Ya observando el presente, en el caso particular de Chile y según lo dispuesto en la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente (Ley N° 19.300, Art.6) la educación ambiental se entiende como un “proceso permanente de carácter interdisciplinario destinado a la formación de una ciudadanía que forme valores, aclare conceptos y desarrolle las habilidades y actitudes necesarias para una convivencia armónica entre los seres humanos, su cultura y su medio biofísico circundante”. Es decir, se trata de un proceso permanente que no se agota en una actividad puntual, sino que perdura en el tiempo a través de un sinfín de actividades. Segundo, al ser de carácter interdisciplinario requiere y acepta diversas perspectivas y saberes que deben ser capaces de interactuar entre sí, y por último, al referirse a la formación de valores y el desarrollo de habilidades y actitudes, permite transitar como sociedad mas allá de la regulación ambiental, hacia un verdadero tipo de protección que implica un cambio cultural.

Es por ello que entre sus metas está primero el servir como un instrumento para prevenir el deterioro ambiental, al aportar a la formación de una cultura de prevención, así como también el logro de una conciencia ambiental, que permita cambios a futuro de comportamiento y hábitos, que aseguren un tipo de sociedad que ofrezca una alta calidad de vida para todos sus miembros. Y por otro lado, servir como una herramienta para fortalecer la participación ciudadana en la gestión ambiental, pues logra que las y los ciudadanos se asuman como responsables y protagonistas de los problemas ambientales que los afectan.

Proceso por el que las colillas de cigarro son recicladas y luego reutilizadas parte de ellas (acetato de celulosa ) para convertirlas en diversos productos, tales como hojas para escritura en braille, con el fin de fomentar la educación ambiental inclusiva © Rafael Sotomayor, Fundación Biosfera Mía.

Derechos, pero también deberes

Sin duda que existen muchas y variadas formas de abordar estas metas, pero más allá de ello, también hay que considerar que existen problemas para aplicar la educación ambiental en el terreno concreto. Ejemplos de lo anterior son la falta de reflexión sobre cuestiones medioambientales cotidianas y a nivel local, el poco compromiso que cada uno tiene en torno a estos mismos temas, así como también la superficialidad con que se aborda el conocimiento, ya sea por falta de interés o continuidad en las problemáticas ambientales que se presentan. Lo anterior conlleva a que la educación ambiental se traduzca muchas veces en actividades y propuestas fragmentadas, descontextualizadas y superficiales y que quedan reducidas al “saber más”, teniendo que ver muy poco con los contextos y situaciones cotidianas que vivimos como sociedad, imposibilitando un pensamiento critico y profundo, que no fomenta un aprendizaje activo y participativo, limitado a las opiniones y juicios críticos poco constructivos. Es por ello que la educación ambiental no se enseña, se hace, y cómo, pues a partir de la práctica, ya sea esta ciudadana y/o pedagógica.

Según  cifras de “The Waste Atlas”, Chile es uno de los países en Latinoamérica que genera mayor cantidad de basura al día por habitante

La práctica ciudadana permite ver como se construyen y transmiten significados culturales sobre el ambiente en los cuales se inscribe la formación de los sujetos sociales. La participación ciudadana posibilita imaginar el fortalecimiento de acciones colectivas, fortalecer la capacidad de actuar sobre la realidad donde se producen y transmiten conocimientos que aportan a la construcción y ejercicio de la ciudadanía. Permite que se entiendan posturas e intereses de los diferentes actores sociales que aprenden a tomar decisiones y actuar responsablemente, promoviendo instancias de participación social y espacios que permitan rescatar el conocimiento local y ancestral valorándose y respetándose el uno al otro. Es así como se debe ser capaz de asumir derechos, pero también deberes con el fin de llegar a formar una verdadera ciudadanía ambiental.

Recolección de colillas de cigarro, labor realizada por parte de un grupo de voluntarios de la Fundación Biosfera Mía junto a su fundador Rafael Sotomayor en plena Plaza de Armas de Santiago, en el marco de la realización de la 3era Colillatón a nivel nacional, Agosto de 2019 © Rafael Sotomayor, Fundación Biosfera Mía.

País basura

La practica pedagógica en tanto supone el desarrollo en todos los ámbitos en que la sociedad civil se manifiesta, ya sean formales o no, de educación, generando una práctica ciudadana amplia, informada y concreta. También aspirar a ir más allá de cualquier tipo de desarrollo, ya que se busca educar para lograr una sociedad con más y mejores condiciones de equidad y justicia social.

Es por ello que también surgen diversas iniciativas que muchas veces se convierten en organizaciones, fundaciones e instituciones que buscan abordar la educación ambiental desde estas prácticas, con el objetivo de intentar resolver alguna de las muchas problemáticas que afectan nuestro medio ambiente y entorno. Sin ir más lejos y en el caso particular de Chile, un tema que preocupa y donde hace falta mayor conciencia y educación al respecto es la contaminación marina. De hecho, Chile es uno de los países en Latinoamérica que genera mayor cantidad de basura al día por habitante, ya lo dicen las cifras según The Waste Atlas, en donde Chile ocupa el tercer lugar detrás de Guyana y Surinam generando 1,25 kg/día/habitante. El problema radica en que el 60% de los residuos generados en tierra desembocan en el mar, provenientes de las grandes ciudades y arrastrados a traves de las lluvias y los afluentes de ríos. El programa Científicos de la Basura, liderado por la Universidad Católica del Norte ha realizado estudios a nivel nacional durante 3 años con el fin de cuantificar, caracterizar y ubicar espacialmente los residuos marinos antropogénicos (Anthropogenic Marine Debris: AMD), estableciendo que éstos se encuentran principalmente compuestos por plásticos (27,1% en 2008) y colillas de cigarros (38% en 2012 y 41,8% en 2016). En el caso de los residuos plásticos estudios de ONU Ambiente indican su aparición en 800 especies de fauna marina, de las cuales 40% de ellas corresponden a cetáceos y 44% a aves marinas.

Presentación de la Fundación Plastic Oceans Chile y la contaminación marina por plástico a cargo de Camila Ahrendt, Plastic Oceans Chile, abierta a la comunidad en el marco de la celebración del Festival Internacional de Innovación Social (fiiS), Diciembre 2019. © Camila Ahrendt, Fundación Plastic Oceans Chile.

 Organizaciones en acción

Existen organizaciones que a través de diversas campañas intentan mitigar tales efectos, como lo es el caso de la Fundación Plastic Oceans Chile, donde Camila Ahrendt, bióloga marina y su directora científica, ha desarrollado una serie de actividades desde hace más de dos años en distintos puntos de nuestro país: talleres, charlas, exposiciones en el Senado por el proyecto de ley junto a la ONG Oceana. Estas actividades se han dirigido a personas de todas las edades y su objetivo se centra en la proposición de soluciones concretas para combatir la contaminación plástica dentro y fuera del océano.

Por otra parte, la Fundación Biosfera Mía que de la mano de su fundador Rafael Sotomayor, profesor en Ciencias Naturales y Comprensión del Medio, lideran una serie de programas en los que involucran a la comunidad, como lo es el de reciclaje de colillas de cigarro conocido como “Chile 5lillas” que desafía a las personas a reciclar colillas a traves de un “challenge” o desafío, con el fin de someterlas a un proceso que reutiliza parte de su composición y lo convierte en productos como hojas para escritura en braille y otros elementos de estudio. Finalmente, la Fundación Cidemar, donde María Jose Ochoa, bióloga marina y fundadora junto a su equipo de trabajo y colaboradores han acercado el valor que tiene la conservación de los ecosistemas acuáticos por medio de proyectos como el de la Alianza Playera de Chile (APCL) que coordina y unifica los esfuerzos de diversos actores como autoridades, empresas y la ciudadanía, para realizar limpiezas del litoral costero de nuestro país, acompañadas por actividades educativas que aporten a la concientización sobre nuestros hábitos diarios.

La educación ambiental no se enseña, se hace, a partir de la práctica, ya sea ciudadana y/o pedagógica.

Una Reflexión final

Entonces, ¿en qué consiste la educación ambiental? Consideramos que una educación ambiental profunda es aquella que aporta un cambio en la manera de entender y actuar en el mundo, que ilumine una reflexión que pase de la intención a la acción, aquella que indaga en el sentido de cada práctica educativa ambiental para actuar con conciencia, que fomenta el pensamiento creativo y propositivo, en definitiva, una educación critica y emancipadora.

No se trata solo sobre el medio ambiente, sino también de la educación, la organización como sociedad a través de un método educativo para enfrentar los temas ambientales que son más que un conjunto de problemas por resolver, sino más bien un conjunto de posibilidades frente a las cuales podemos actuar desarrollando un sentido de pertenencia. Debemos comprender que la crisis ambiental de nuestra era no es una catástrofe ecológica, sino el efecto del pensamiento con el que hemos construido y afectado negativamente nuestro planeta.

Taller sobre la contaminación marina producida por plástico a cargo de Camila Ahrendt y Mark Minneboo, ambos de Plastic Oceans Chile, a niños de la localidad de Puertecillo, comuna de Navidad, Región de O’higgins en Febrero de 2020. © Camila Ahrendt, Plastic Oceans Chile.

Referencias

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GONZÁLEZ GAUDIANO, E. J. (coord.) (2008), Educación, medio ambiente y sustentabilidad. México, Siglo XXI Editores.

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Zamorano Daniel ( 2011) educación ambiental en chile , falencias y desafíos .

Sobre el Autor

Joseph Julca Mendoza es biólogo marino de la Pontificia Universidad Católica de Chile, es profesor en el Centro de Estudios y Desarrollo de Talentos Académicos Penta UC. Lidera además el capítulo en Chile de la organización internacional de jóvenes líderes más grande del mundo por el océano conocida como SOA (Sustainable Ocean Alliance), ha sido también activista y embajador por el Acuerdo de Escazú y actualmente integra organizaciones, tales como las fundaciones Cidemar y Portas y la ONG Qarapara. Y si bien su motivación es la ciencia, tiene un gran compromiso y sentido de responsabilidad con el compartir y acercar el conocimiento científico al resto de las personas, con el fin de lograr una colaboración mutua y así contribuir a una sociedad más consciente y despierta medioambientalmente.

Imagen de portada: Basura recolectada y separada para reciclaje gracias a la colaboración de instituciones, organizaciones y personas voluntarias tras convocatoria de Fundación Cidemar y la Alianza Playera de Chile (APCL) en el marco de la celebración del Día Internacional de la Limpieza de Playas, Playa del Deporte, Viña del Mar,  Septiembre de 2019 © Bruno Larraín, voluntario Fundación Cidemar.