Poligonal: Diálogos de arte y ciencia

Nuestra colaboradora invitada de hoy es Tatiana Pavez, periodista de Fundación Mar Adentro, quien trabaja desde hace años en temas vinculados al medio ambiente y educación. Hoy nos comparte la experiencia vivida en Poligonal, además de sus conversaciones con dos artistas que participaron en este evento, a quienes invita a seguir reflexionando sobre el cruce […]

Nuestra colaboradora invitada de hoy es Tatiana Pavez, periodista de Fundación Mar Adentro, quien trabaja desde hace años en temas vinculados al medio ambiente y educación. Hoy nos comparte la experiencia vivida en Poligonal, además de sus conversaciones con dos artistas que participaron en este evento, a quienes invita a seguir reflexionando sobre el cruce de arte y ciencia para el cuidado de la naturaleza.

 

La crisis ambiental que actualmente vivimos hace rato que dejó de ser únicamente una discusión científica. Hoy, por ejemplo, para abordar los desafíos del cambio climático, pareciera ser que la interdisciplinaridad es clave en la búsqueda de soluciones innovadoras, que involucren diversas miradas, para abordar los desafíos que el calentamiento global representa.

Actualmente, la mezcla del arte y ciencia ya no es una extraña combinación, por el contrario, cada vez está tomando más fuerza. Recientemente se desarrolló un encuentro en el Planetario denominado Poligonal: Diálogos de Arte y Ciencia, realizado por Fundación Mar Adentro, organización que desde hace unos años viene trabajando en el cruce de estas disciplinas.

La idea de este diálogo fue reflexionar en torno a diversas miradas que se encuentran en un punto común. En ese caso fue el problema que hoy enfrenta la araucaria con el DFA (Daño Foliar de la Araucaria) que hoy afecta a una gran población de esta especie nativa chilena.

Araucarias en Bosque Pehuén. © Fundación Mar Adentro.

En el encuentro participaron el científico Eduardo Castro, el artista Máximo Corvalán Pincheira, el músico Gregorio Fontaine y la historiadora Catalina Valdés. Durante el diálogo, Eduardo Castro, investigador del Centro de Bioinformática y Biología Integrativa de la Universidad Andrés Bello, explicó una de las líneas de investigación en las que trabaja actualmente, que consiste en estudiar el microbioma de la araucaria, para intentar comprender por qué se origina el DFA.

Así, este científico investiga el material genético de la Araucaria araucana; qué microorganismos, bacterias y hongos viven en asociación con el árbol nativo y sus poblaciones genéticamente diferentes para comprender las razones de sus masivas muertes.

Otro participante de Poligonal fue el artista visual chileno Máximo Corvalán-Pincheira, quien ha expuesto en diversas bienales y realizado numerosas exhibiciones, tanto en Chile como el extranjero. Cabe destacar que sus obras plantean reflexiones sobre problemas contemporáneos, como las migraciones, levantamientos sociales y procesos históricos mediante el uso de la metáfora. Recientemente su trabajo establece un paralelo entre la condición humana y la naturaleza.

Expositores de Poligonal en el Planetario. © Fundación Mar Adentro.
Expositores de Poligonal en el Planetario. © Fundación Mar Adentro.

En Poligonal, la moderadora Catalina Valdés, historiadora del arte y actual curadora de la 14ª Bienal de Nuevos Medios, conversó con Castro y Corvalán-Pincheira, y ambos revelaron cómo sus investigaciones (ciencia y arte respectivamente) se conducen de maneras sorprendentemente similares, pues recopilan, se hacen preguntas y buscan pistas en relación al misterio detrás de la situación actual de la araucaria; Corvalán-Pincheira mediante fotografías, entrevistas y metáforas, y Castro, a través de muestreos y análisis de trabajos de laboratorio.

En una de sus visitas al laboratorio de Castro, Máximo tomó fotografías de los hongos extraídos de la araucaria, objetos de estudio que se han identificado como la causa del DFA. Y, gracias a la posibilidad que tuvo de tomar estas imágenes, el artista reconoció que pudo ingresar a través de la ciencia a un micro mundo desconocido; un mundo que comenzó a explorar para hablar sobre la esfera humana.

Uno de los trabajos relevantes de este artista ha sido su Proyecto ADN, en el cual realiza diversas esculturas con huesos, tubos fluorescentes y circuitos eléctricos. Las piezas suspendidas, que a la vez son fuentes de agua, dejan que esta caiga en un estanque, para inundar toda la sala de exposición con el sonido de su caída. Aquí, la hélice del ADN es un emblema que evoca la capacidad de la ciencia para reeditar la historia y redefinir acontecimientos del pasado.

Actualmente, este artista se encuentra en proceso de investigación para una nueva obra y en este camino fue que conoció el trabajo de Castro en torno al material genético de la araucaria. Así, las investigaciones del científico se cruzan con la obra del artista, quien aborda el ADN de la araucaria y el significado de los posibles hongos que están afectando a este árbol, en sus más recientes investigaciones.

Foto de la obra "ADN" de Máximo Corvalán Pincheira.
Foto de la obra “ADN” de Máximo Corvalán Pincheira.

Sin embargo, la relación de este artista con la ciencia no es reciente. Corvalán-Pincheira contó en entrevista para Endémico, que su obra comenzó a vincularse con la ciencia desde el año 2000, cuando estaba recién egresado de la universidad.  Por ejemplo, uno de sus primeros trabajos fue Bestia segura, en la que trabajaba con ratones de laboratorio para hablar del conductismo y a su vez, como una metáfora del ser humano; de cómo se condicionan las ciudades bajo cámaras de vigilancia.

Asimismo, al ser consultado sobre las similitudes entre el arte y la ciencia, Corvalán-Pincheira señala: “Creo que tienen procesos de investigación bastante similares, pero el artista puede intuir, sin necesariamente tener un proceso de término muy definido, pues necesita que la obra siempre quede abierta, que nunca se cierre, lo cual permite que sea leído, por ejemplo, en distintas partes del mundo y de distintas formas, pero siempre rondando los temas que le interesan al artista”.

El artista manifiesta que entre arte y ciencia la palabra “comprender” es muy importante, es como llegar a la verdad. Y en la ciencia, sostiene Corvalán-Pincheira, la verdad a veces tiene que ver con cosas muy concretas, pero otras con pura intuición. Por ejemplo, cuando en astronomía se piensa en las galaxias.

Hongos del laboratorio de Eduardo Castro, fotografiados por Máximo Corvalán Pincheira.

Y en el arte, esa verdad, enfatiza el artista, tiene que ver con lo que decía Nicanor Parra (que también fue físico y matemático) sobre la “variable oculta”, que se refiere a la ecuación final de una obra; aquello que se deja ver, pero no por completo. “Por lo tanto, ahí hay una poética y yo entiendo eso como una verdad, que cruza completamente todo, que logra atravesar a cualquier persona directo hacia la esencia de lo que estás trabajando y hacia su esencia”, sostiene Corvalán-Pincheira. 

Además, dice: “Creo que al científico le ayuda de cierta forma, la cosa desestructurada que tiene el artista, ya que este no busca seguir un canon o un patrón definido, como sí suele pasar con los científicos. Al artista le interesa poner en crisis todo lo que se da por sentado; el artista cuestiona, pregunta”.

En este sentido, este artista comenta que cuando empezó a hablar de los hongos con Eduardo Castro, él estaba muy concentrado en estos microorganismos, a diferencia de Máximo, quien estaba más ocupado en la metáfora de una sociedad que está contaminada; que está funcionando mal.

De esta forma, el artista se introduce en el tema de los posibles hongos causantes del DFA, para investigar, ver imágenes y captar metodologías que le permitan entender cómo funciona este microorganismo, no obstante, se pregunta desde otro lugar. Así, al mirar las imágenes de los hongos en Poligonal, el artista recuerda sus conversaciones con una machi, quien le aseguró que el problema no es el hongo, sino de una sociedad enferma.

Por otra parte, en Poligonal se realizó una aproximación al bosque desde los sonidos a cargo de Gregorio Fontaine de Ecolab, quien realizó una inmersión sonora a partir de un registro de audios obtenidos en Bosque Pehuén, área protegida de Fundación Mar Adentro. De esta forma, los asistentes lograron conectarse con la naturaleza, bajo la proyección de cientos de estrellas en el Planetario.

Fontaine es un instrumentista, compositor, artista visual y poeta chileno, quien además se refirió en Poligonal a su trabajo que vincula el arte sonoro con la ciencia, específicamente, para poder escoger información relevante de grandes fuentes de datos, que por falta de tiempo son muy difíciles de analizar.

Su trabajo se empieza a conectar con la ciencia, a partir de sus estudios en arte sonoro, en la Universidad Goldsmiths en Londres. El primer proyecto que realizó fue modelar el comportamiento del computador de acuerdo a cómo se comportaban unas células.

Así, el actuar de la célula pasó a ser un modelo de inteligencia artificial, para la creación musical. Fontaine desarrolló este proyecto con dos biólogos el año 2014, con quienes formaron el grupo Random is Not Whatever, y con quienes ha seguido planteando el desafío de otorgarle tonos a los datos provenientes de información científica. De este modo, ante la gran cantidad de datos traspasados a sonidos, se puede encontrar información relevante, por ejemplo, cuando aparecen sonidos fuera de lo común, lo cual estaría indicando al científico que ahí podría haber aspectos relevantes para la investigación.

Encuentro Poligonal en el Planetario. © Fundación Mar Adentro.

Lo anterior, enfatiza Fontaine, se da con el fin de ayudar al científico: “No solo que sea la ciencia la que modela el comportamiento sonoro con un fin artístico, sino que sea el arte el cual puede entregarle a la ciencia una nueva manera de conectarse con el dato”. Así, el arte sonoro puede entregar una herramienta nueva a la ciencia y al mismo tiempo, puede aportar en el cuidado de la naturaleza, puesto que es una forma social y muy cultural,  “permite vincular dos mundos y ofrecer una visión en la cual la naturaleza y el ser humano no se distinguen por separado, pues no se entiende dónde empieza uno y culmina el otro” señala Fontaine.

En este sentido, el cruce entre arte y ciencia pareciera que favorece la experimentación y reflexión que busca ampliar miradas frente a un mismo fenómeno. Tal como sostiene María Novo, una de las voces más relevantes en temas de educación ambiental: el encuentro ciencia-arte se constituye en un nuevo paradigma para salir de la crisis del medio ambiente y también como una oportunidad para mostrar la complementariedad de tantos elementos que se han mostrado como excluyentes: el ser humano y la naturaleza, la imaginación y la razón, lo visible y lo invisible, lo masculino y femenino, entre otras cosas.