Xandra van der Eijk: la esperanza del luto ecológico

Valley of the Possible es un refugio ubicado en el valle Cañón del Blanco en la región de la Araucanía que ofrece un espacio a artistas, científicos, y pensadores creativos a re-conectar con la naturaleza y con los habitantes del territorio, mientras investigan y desarrollan obras artísticas. A través de convocatorias abiertas para residencias y […]

Valley of the Possible es un refugio ubicado en el valle Cañón del Blanco en la región de la Araucanía que ofrece un espacio a artistas, científicos, y pensadores creativos a re-conectar con la naturaleza y con los habitantes del territorio, mientras investigan y desarrollan obras artísticas. A través de convocatorias abiertas para residencias y programas curatoriales, el proyecto busca fomentar el intercambio inter-hemisférico y promover la formulación de nuevas perspectivas entre el ser humano y el resto de mundo natural.

El primer programa, en su versión piloto, se realizó entre el 26 de abril y el 26 de mayo, y contó con la participación de seis artistas de diferentes países, formaciones, disciplinas y experiencias. Durante el transcurso del programa, el grupo re(descubrió) diversos aspectos sobre la historia, ecología, estructuras sociales y políticas de la región, y cómo estas se vinculan con e impactan el paisaje. Además aprendieron a escuchar las historias de los paisajes, así como de las personas que allí habitan, escuchando por ejemplo historias dolorosas de la opresión (neo)colonial que sufre el pueblo Mapuche.

Dentro de los participantes de esta versión piloto, se encontró la destacada artista y diseñadora holandesa Xandra van der Eijk, quien dedica su obra a conectar el arte con la ecología y el activismo. Cada uno de sus proyectos trata sobre un determinado problema ecológico y cómo este es expuesto al paso del tiempo. Su metodología incluye teoría, trabajo de campo, técnicas de documentación y desarrollo de nuevos materiales, todo con el fin de  re-interpretar el paisaje desde una perspectiva anti-antropocéntrica. En el año 2017 Xandra fue reconocida con el premio Bio Art and design Award, y este 2019 fue seleccionada por Dezeen dentro de su lista de los 25 artistas emergente del año. Conversamos con ella posterior a su residencia en Valley of the Possible.

Xandra durante su residencia Valley of the Possible en la Araucanía andina. © Valley of the Possible

¿Qué tipo de artista te consideras?

Me considero una artista que trabaja en la frontera entre arte, ecología y activismo. Trabajo de manera metódica para desmenuzar las complejidades de los problemas ecológicos a los que hoy nos vemos enfrentados. Sin embargo, no estoy buscando soluciones, más bien mi enfoque es desde una perspectiva periodística, busco documentar y establecer conexiones. En este sentido, busco técnicas que permitan describir aquello que descubro desde el arte. En fondo, utilizo el arte y el diseño para proponer conceptos y desafiar a las personas a que se enfrenten con ciertos tópicos.

¿Te consideras una “bioartista”?

Anteriormente me definía como “bioartista”, porque estaba trabajando únicamente con materiales biológicos. Pero con el tiempo fui expandiendo los materiales y también las técnicas que utilizo, y ahora creo que la etiqueta de bioartista no cubre totalmente el trabajo que realizo. Habiendo dicho esto, los procesos y materiales biológicos sí conforman el centro de los conceptos que me interesan, y todos mis proyectos tocan sobre la interacción y los cambios que sufren los paisajes.

¿Cuales son las técnicas que utilizas?

He utilizado múltiples técnicas, no me limito en ello. A veces utilizo técnicas existentes, otras veces desarrollo mis propias técnicas. De las técnicas conocidas utilizo el teñido con tintes naturales en textiles y protocolos para el cultivo de microorganismos. En cuanto a técnicas nuevas, algunas de estas incluyen procesos químicos, como los que utilicé para mi obra Future remnants (Remanentes de futuro), o el cambio de color de las algas en Estuary (Estuario).

“Future Remnants”. © Xandra van der Eijk

En relación a tu estadía en Vally of the Posible ¿Cómo te ha influenciado este cambio de paisaje?

En Holanda el paisaje no cambia de manera tan notoria, y en parte este es el contraste que es tan fascinante para mi. En Holanda vivimos en una burbuja de blancura y riqueza, una que —por ahora al menos— se encuentra a salvo de mayores desgracias. Pero que de hecho se verá gravemente afectada por el calentamiento global, a tal punto que se especula que la mitad de nuestro país se perderá bajo el mar. No obstante, mientras eso aún no suceda, me inspira investigar otros lugares en el mundo donde los problemas ecológicos son prominentes.

¿Qué fue lo que te llevó a estudiar y trabajar con el tema del luto ecológico?

Hubieron dos eventos que me llevaron a experimentar esa sensación increíble y avasalladora de la pena y el dolor en sus múltiples facetas. Uno lo viví durante un viaje a Indonesia, donde pasé la mayor parte de mi tiempo observando los arrecifes, y el segundo cuando estaba trabajando en mi estudio, siguiendo una noticia sobre la costa de Florida.

En el primer caso, descubrí que mi recuerdo más preciado de los corales de Indonesia — el intenso y fluorescente color púrpura de uno de los arrecifes— era de hecho el último espectáculo de color que daban estos corales antes de blanquearse (morir). Descubrir que aquello que yo había encontrado tan hermoso era en realidad la muerte del arrecife, me rompió el corazón.

El segundo evento fue la marea roja de Florida del 2018. Pude seguir el desarrollo de la noticia en los medios. Miles de animales marinos murieron, una manatí fue filmada flotando muerta en la bahía con su cría aún intentando mamar del cadáver. Cientos de tortugas marinas, peces, delfines y tiburones, todos muertos fueron arrastrados hacia la orilla llenando las costas. Fue una verdadera masacre, y cuando investigue me di cuenta que el desastre era de causa humana y no un desastre natural. Esto significa que pudo haberse prevenido, de no ser por los políticos, los intereses industriales, y por supuesto el dinero.

Sin embargo, pese a lo horrible que fue todo eso, apareció dentro de mi un atisbo de esperanza, basado en el hecho de que si yo estaba sintiendo todas estas emociones desgarradoras, más personas las deben estar sintiendo también. Incluso aquellos quienes viven en el área probablemente las sientan con mayor intensidad que yo —ni si quiera me lo puedo imaginar— y estas emociones son una fuerza. Pensé que si podíamos reconocer estas emociones como un común denominador, podríamos usarlas para unirnos. Utilizar la emoción, este dolor o tristeza ecológica, como una fuerza unificadora.

¿Cómo crees que ayuda (a nosotros y al futuro del planeta) la identificación de nuestras emociones respecto a estos tópicos?

Ayuda porque nos unifica. Si eres capaz de reconocer tus emociones, puedes comenzar a procesarlas, y esto a su vez abrirá el espacio necesario para comenzar a preguntarte cómo hacer las cosas de manera diferente, de cómo tomar acción. Se necesita de emociones fuertes para motivar y activar a las personas, especialmente en la sociedad occidental.

“Retreat”. © Xandra van der Eijk

¿Cómo escoges tu foco para cada proyecto?

Mi investigación es casi siempre contextual, es decir que dependerá del lugar en el cual estoy trabajando. Desde aquí, escoger un foco es cuestión de entrenamiento, de estar constantemente reflexionando acerca de tu investigación e ir encontrando su centro. No puedo decirte exactamente como lo hago, solo que es cosa de práctica, intuición y hacer. La auto reflexión es clave.

¿Qué tópicos has explorado y por qué?

Hasta ahora he explorado algas en el contexto de un recurso nuevo, también en el contexto de los estuarios; he investigado la bacteria extremophile en el contexto de las áreas colonizadas por la sal; he explorado los micro meteoritos como recurso nuevo, grabaciones de sonido en el contexto de la contaminación acústica del mar; he investigado el deterioro químico en el contexto de la evolución mineral y la impresión 3D en el contexto del retroceso de los glaciares.

“Sea Synthesis”. © Xandra van der Eijk

¿Cuál crees que es el rol del artista en el antropoceno?

El rol del artista es comentar, desafiar y crear nuevas perspectivas sobre los problemas eco-sociales a los que nos enfrentamos hoy, y que tienen su raíz en las consecuencias que ha tenido nuestra especie en el planeta. Es ayudar a contestar la pregunta ¿Cómo nos enfrentamos al cambio en su escala masiva? Esta pregunta necesita ser investigada a través de varias disciplinas y creo que el arte es una de ellas. Necesitamos ser críticos, creativos y poco convencionales.

¿Cómo podemos interpretar el territorio desde una perspectiva no antropocéntrica?

A través de la creatividad y la investigación científica. A través de la práctica de la empatía y ejercitando la mente al tomar distintas perspectivas.

“Retreat”. © Xandra van der Eijk

¿Cómo percibes el futuro en esta sociedad capitalista?

Tendremos que aprender a vivir en un mundo distinto, esto tendrá muchos desafíos y quizás no los sobrevivamos.

El cambio viene. Me preocupa la desigualdad de las consecuencias del cambio climático. Avivará guerras. Pero también hay esperanza. La conciencia está creciendo, también lo está haciendo la protesta cultural. La democracia solo funciona si los ciudadanos exigen responsabilidad y representación, y eso está comenzando a ocurrir en todo el mundo. Mientras tanto, tenemos que tratar de hacer todo que podamos en nuestros estilos de vida. Yo me siento muy afortunada de tener ese lujo, el de elegir.

¿Qué proyecto llevarás a cabo durante (o después) de tu residencia en Chile?

Me di este año para investigar la manera de lidiar con las complejidades de los casos ecológicos que he estado estudiando. Es probable que esto derive en más de un proyecto, pero es muy pronto para decir qué exactamente.

¿Que experiencias te han marcado desde que estás en esta región?

Lo que más me ha marcado es el simple hecho de estar en Sudamérica, e investigar todas los distintos lugares donde se experimentan problemas ecológicos a nivel local, debido al cambio climático, pero principalmente debido a razones políticas e industriales. Unirme a Vally of the Possible, y  conocer a las comunidades locales a través de su programa, realmente ha abierto más mi mente y mi corazón. Enfrentarte al lado no turístico de un país y de la ecología es intenso pero profundamente impresionante.

Participantes de la residencia en el parque Nacional Conguillio. © Valley of the Possible.

* En portada: “Genesis” © Xandra van der Eijk.