Ecosofía: una propuesta de humildad frente a la crisis climática global

La crisis permite abordar los problemas de formas distintas. Nos abre la posibilidad de replantearnos, de hacerlo diferente. La crisis es naturaleza.

El planeta que co-habitamos está experimentando una crisis tan aguda que pareciera todo un caos. Sin embargo, se podría interpretar también como si el planeta fuera en este momento una gran semilla. Una semilla galáctica. Y una semilla siempre es valiente. La semilla es un fractal del alma y el alma es un fractal del universo. Guarda el sueño y lo materializa en realidad. Por lo que soñar con una nueva forma de co-habitar y co-habitarnos puede llegar a ser muy esperanzadora. La crisis es un llamado inminente a relacionarnos más equilibradamente con lo que está afuera y con lo que está adentro. Relacionarnos afectiva y empáticamente con el entorno, eligiendo las sinergias positivas, dejando atrás el antropocentrismo, ecocentrismo o biocentrismo y abriendo paso a la ecosofía.

Una semilla siempre es valiente. Guarda el sueño y lo materializa en realidad. ©Gabriel Imso

La ecosofía es un neologismo y una corriente de pensamiento que promueve la búsqueda de una sabiduría para habitar el planeta, es decir, habitar en armonía. El término es acuñado por el filósofo ambiental noruego Arne Næss (1912-2009) en 1973, quien inicialmente la connota como una especie de filosofía ecológica y quien en sus propias palabras la detalla de la siguiente manera: “por una ecosofía me refiero a una filosofía de armonía con la naturaleza o de equilibrio ecológico. Una filosofía como una especie de sabiduría, es abiertamente normativa, contiene normas, reglas, postulados, anuncios de prioridad de valor e hipótesis sobre el estado de las cosas en nuestro universo. La sabiduría es sabiduría política, prescripción, no solo descripción científica y predicción”.

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Por tanto, para Næss, la naturaleza implica en sí una interrelación de un todo, donde se reorienta el lugar que ocupa la especie humana respecto a los demás seres vivos. Ciertamente se trata de una visión que busca dejar de polarizar la sociedad y la naturaleza, ya que, al resignificar los aspectos fundamentales del ser humano, éste puede convivir desde un entendimiento no antropocéntrico.

Las bases y justificaciones de Arne Næss para considerar que el movimiento ambientalista debería ser ecosófico más que ecológico, radican en que los principios del movimiento no se derivan lógicamente de la ciencia ecológica, la que es técnica y predictiva. Estudiar la naturaleza implica estar en contacto real con ella, es decir, comprendiéndola, atendiendo a su diversidad viviente, los ciclos, fenómenos y procesos. Lo anterior ofrecería a quienes la estudian una oportunidad de comprender que todos los seres tienen igual derecho a vivir. Pasar desde una imagen relacional como ‘la humanidad-en-el-ambiente’ a ‘la humanidad-con-el-ambiente’ es lo que propuso desde sus inicios y lo dejó reflejado en Reflections about total views (1964).

Estudiar la naturaleza implica estar en contacto real con ella, es decir, comprendiéndola, atendiendo a su diversidad viviente. ©Max Saeling

Posteriormente, quién toma la posta de la ecosofía y la lleva a una dimensión más epistemológica (rama de la filosofía que estudia el conocimiento científico y los elementos relacionados a la adquisición del conocimiento) fue el filósofo, psicoanalista y activista francés Féliz Guattari, quién al igual que Naess, ve a la ecosofía desde una perspectiva gestáltica y una propuesta transdisciplinaria e integradora de saberes, donde el ser humano es un componente más de la biosfera. Y pese a que las visiones que estudiaron Næss y Guattari tienen algunas diferencias respecto a cuántos aspectos involucra la ecosofía –Næss más purista y Guattari más expansivo–, ambos coinciden en: a reubicación de la importancia del ser humano en su entorno: volver a la sabiduría para habitar el planeta más sanamente. Ambos insisten en que las cosas no pueden ser separadas de aquello que las rodea.

Es interesante cómo la ecosofía postula la integración de un pensamiento bioético global, reorienta y redefine conceptos psicológicos, sociales, políticos, culturales, tecnológicos, progresistas, científicos, ambientales y espirituales sobre bases no antropocéntricas y la vez, avanza como un movimiento donde la subjetividad, lo espontáneo de la naturaleza, lo no técnico, ni predecible es valorado. La ecosofía, entonces, valida entender la biología para acercarnos a la espiritualidad y viceversa. Así, es crítica frente a esa forma tan separada de hacer ciencia, que explica los fenómenos de forma tan técnica y positivista. En cambio, nos remonta a cómo se desarrollaba y se compartía el conocimiento antiguamente, cuando el arte, la ciencia y el espíritu estaban unidos y eran complementarios, sin contradicciones. 

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La ecosofía se puede entender también desde 4 campos distintos: el emocional, el práctico, el  científico y el campo espiritual.

El campo emocional es un salvavidas ante la crisis contemporánea. Propone vincularnos desde el altruismo, la generosidad, la empatía, la compasión y relacionarnos afectivamente con nuestro entorno de existencia. Invita también a la transformación de hábitos, costumbres y estilos de vida que nos han desequilibrado y polarizado. El campo práctico, por su parte, es el espacio donde se logran concretar y materializar aquellas ideas del campo emocional. Es decir, por ejemplo, respetar el empoderamiento social, desarrollar concretamente estilos de vida sostenibles basados en lo bioético y promover estrategias de desarrollo social que vayan en armonía con el sistema natural.

El campo científico busca ampliar los límites de la ciencia contemporánea e incluir una comprensión más profunda, y no siempre técnica ni positivista de los fenómenos de la naturaleza y la vida, es decir, una comprensión sistémica del planeta. Algunas de las principales teorías que al respecto han sido postuladas, fundamentalmente, desde la segunda mitad del siglo XX, y han servido de apoyo mutuo frente a las visiones más conservadoras y manipuladoras del sistema actual. Algunas de estas ideas, teorías e hipótesis son: La idea del “ser Ecológico”, de Gregory Bateson; la Teoría General de los Sistemas, del biólogo y filósofo austriaco Ludwig von Bertalanffy; la Teoría Holónica, promovida por el novelista húngaro Arthur Koestler; la Hipótesis Gaia, planteada por el químico, meteorólogo y ambientalista británico James Lovelock y enriquecida por la bióloga y ambientalista estadounidense Lynn Margulis y la Teoría de la Autopoiesis, propuesta por los neurobiólogos chilenos Francisco Varela y Humberto Maturana. 

El campo espiritual propone, ante todo, que se reemplace la visión de jerarquía entre el ser humano y la naturaleza. Se suele considerar al ser humano como la única especie que está en la punta de una pirámide de importancia. Así, la ecosofía propone por medio de este campo trasladar esta visión hacia una donde el ser humano esté vinculado con un todo y de manera horizontal y equitativa. 

Por tanto, si analizamos la propuesta de los campos recién descritos, desde lo más amplio a lo más específico, podemos entender que la ecosofía realmente cuestiona y resignifica todo lo que nos han enseñado. Desde la ecosofía se entiende al universo como un sistema complejo, a nuestro planeta Tierra, como una entidad autopoiética (con capacidad de mantenerse a sí misma) y a las manifestaciones de vida, como las especies, con un valor y derecho igualitario, superando el pensamiento antropocentrista e individualista.

Desde la ecosofía se entiende al universo como un sistema complejo. ©Margot Richard

Ya han pasado algunas décadas desde que la corriente de la Ecosofía es una alternativa. Sin embargo, durante los primeros años costó que se afianzara, y aún en la actualidad pareciera que va cuesta arriba. El sistema que impera quiere absolutamente todo lo contrario a las propuestas holísticas de la ecosofía. No es una novedad que el consumismo, lo desechable, la separación del espíritu y una larga lista de condicionamientos contemporáneos van marcando la pauta. La ecosofía, sin embargo, se presenta como una revolución que impulsa cambios profundos sobre la visión del mundo, una propuesta para enlazar los principios universales. Se trata de una lucha no violenta a favor del buen vivir y del bien común, resignificando el placer desde un plano espiritual abundante, no desde un plano hedonista carente, manipulado, predispuesto y moldeado para consumir y satisfacer necesidades creadas a costa del sufrimiento del planeta.

Esta corriente de pensamiento alternativo es una de las más significativas y rupturistas del pensar filosófico contemporáneo y abre discusiones interesantes de plantearse preguntas necesarias en este momento de crisis planetaria, socioambiental, política y espiritual, por lo que merece darle un espacio de reflexión. 

“La ecosofía propone una lucha no violenta a favor del buen vivir y del bien común, resignificando el placer desde un plano espiritual abundante”.

Referencias:

Drengson, A & Inoue, Y. (1995). The Deep Ecology Movement, An Introductory Anthology. Berkeley:North Atlantic Books. pp. 13-30.

Guattari, F. (1989). Les Tríos Écologies. Éditions Galilée, París. 

Naaes, A. (1964). Reflections about total views. Philosophy and Phenomenological Research 25:16-29.

Imagen de Portada: ©Trent Haaland