MINKALAB: El buen vivir y la vida como cultivo

Desde tierras colombianas, Gabriel Vanegas y el proyecto colaborativo Minkalab fueron partícipes de la IV versión del Festival y Encuentro de Artes y Tecnologías, organizado por el Centro Cultural Toda la Teoría del Universo (TTU), instancia para fortalecer lazos colaborativos latinoamericanos entre distintos actores del mundo cultural, bajo el concepto “Futurologías Latinoamericanas”. Gabriel Vanegas Morales […]

Desde tierras colombianas, Gabriel Vanegas y el proyecto colaborativo Minkalab fueron partícipes de la IV versión del Festival y Encuentro de Artes y Tecnologías, organizado por el Centro Cultural Toda la Teoría del Universo (TTU), instancia para fortalecer lazos colaborativos latinoamericanos entre distintos actores del mundo cultural, bajo el concepto “Futurologías Latinoamericanas”.

Gabriel Vanegas Morales (38) es colombiano y hace 8 años que trabaja para desarrollar Minkalab, un laboratorio rural con cerca de 3 hectáreas de bosque nativo, que se emplaza respetuoso entre las tierras cafeteras de Santa Rosa de Cabal, en Colombia. Antes de Minkalab, el lugar era un campo de potreros que Gabriel y su grupo decidió regenerar poco a poco sembrando con especies nativas.

Minkalab es un proyecto familiar, íntimo, conectado orgánicamente con los ciclos de la tierra y con las comunidades indígenas y campesinas de la región. La propuesta es acercarse a la ruralidad en un espacio de creación científica-cultural, un lugar de reconexión y experimentación enfocados en el macro objetivo del buen vivir. El espacio es una reserva natural, una granja agroecológica, un aula viva donde se realiza todo tipo de actividades enfocadas en el bienestar, no solamente del ser humano, sino de todas las especies. Gabriel ha trabajado en temas de arte, ciencia y tecnología, como artista tradicional, con exposiciones, como gestor cultural, pero actualmente fusiona este bagaje cultural con su práctica como agricultor. “En Minkalab se cultiva, se trabaja la tierra, se tiene los ritmos de la tierra, de su magia, pero también de la mano de un ejercicio creativo, de libre expresión”, comenta acerca de esta comunión que caracteriza al espacio.

En modalidad online, Gabriel Vanegas participó del conversatorio “Culturas Ancestrales de la Cordillera Andina, cultivar la vida, cultivar la tierra”, junto a la artista chilena Antonieta Clunes, en el marco del Festival y Encuentro de Artes y Tecnologías, organizado por el Centro Cultural Toda la Teoría del Universo (TTU), donde conversó acerca de los trabajos en Minkalab y sobre cultura, pero desde el cultivar. “De cómo entender la cultura volviendo a su raíz que nace del cultivar; cultivar la tierra, cultivar el cuerpo, cultivar la vida como tal y la importancia de eso, de volver a la raíz, ese ejercicio cultural”, explica Gabriel.

La ecogranja de Minkalab se ubica en las tierras cafeteras de Santa Rosa de Cabal, en Colombia © Minkalab.

– ¿Qué es para ti un buen vivir?

El buen vivir o vivir en plenitud es un concepto que viene de diferentes comunidades originarias de todo el Abya Yala o Sudamérica. Como nosotros lo manejamos acá, es vivir de una forma sostenible con otros seres, una forma que busca que uno esté bien en todo sentido, y cuando se logra eso, tratar de mantenerse en ese buen vivir, no desarrollarse más como un cáncer, que es desarrollarse por desarrollarse, sino que es lograr una vida que para uno personalmente y para su entorno sea sostenible, coherente y puedas logra tu felicidad; pero no solamente felicidades del ego o desde el beneficiarse más, sino una felicidad donde todos nos beneficiamos. El objetivo de lo que hacemos acá es lograr ese buen vivir y mantenernos ahí, porque si ya crecemos más, ya empiezan los problemas. Es vivir en plenitud, aprovechando esta oportunidad que nos da la vida de vivir y lograr el objetivo a lo que vinimos a este mundo en esta vida y dejar un legado de bienestar.

– ¿Por qué nació este laboratorio rural Minkalab y cómo ha sido esa experiencia?

Minkalab nació primero por la necesidad de reunirnos con diferentes comunidades para hablar de las problemáticas como cambio climático, salud en la ciudad, mala alimentación, deforestación, contaminación del agua, basura electrónica, entre tantas cosas que están sucediendo y a las cuales no tenemos una respuesta eficiente.

Creemos que debemos reunirnos con personas de diferentes áreas para pensar en soluciones o formas de acción o de crear redes en conjunto para enfrentar estas problemáticas; pensamos en un lugar de encuentro en donde personas desde la agronomía, desde la ciencia, la tecnología, del arte, la política, de todas las áreas posibles. Donde podamos reunirnos a intercambiar conocimientos para abordar esas problemáticas y buscar soluciones; también desde las comunidades originarias, de las comunidades afro, sentarnos a reunirnos alrededor del fuego, en horizontalidad, en el aula viva.

Ha sido una experiencia muy bonita porque encontramos respuestas inesperadas o vínculos entre un lado y otro, creando una red o nodos de apoyos y soluciones que realmente nos han dado mucha claridad en cuanto a cómo abordar en esas problemáticas sin entrar en la desesperación, sin entrar en el cómo puedo cambiar el mundo, sino en el cómo puedo cambiarme a mí mismo desde mis posibilidades.

Taller de partería ancestral con la Madre Agustina de la comunidad Mizak. © Minkalab.

– ¿Cuáles piensas que son las mayores problemáticas a nivel continental que tenemos como Latinoamérica, en cuanto a cómo nos relacionamos con el territorio? ¿Desde dónde podemos empezar para hablar de este territorio?

Lo que conocemos como Latinoamérica o América ha sido construido sobre un despojo de comunidades originarias, sobre una extracción de recursos en el territorio. Acá hay comunidades con las que tenemos que reivindicarnos y que de cierta forma involucrarlos y vincularlos como líderes y lideresas, abuelas y abuelos, que realmente nos pueden guiar a un buen vivir en el territorio.

También tenemos que reconocernos como nativos. A veces pensamos que el nativo es al que llaman indígena, pero de este territorio nosotros somos nativos, una parte europea pero también la gran parte es indígena. El problema es que también en estos territorios somos muy desorganizados, muy individualistas, tenemos que organizarnos y tratar de hacer las cosas bien, unidos en red como un tejido y que no volvamos a caer en el desorden anterior. El reto es que, si hablamos de una regeneración del territorio, también tenemos que hacerlo desde nosotros mismos, desde una coherencia y una unión. Es empezar primero por un territorio, que es nuestro cuerpo, cómo me alimento, qué actividades hago, cómo me expreso, cómo me relaciono con mis hermanos, abuelos, padres, cómo contribuyo al medio ambiente o a las comunidades campesinas. Para identificarnos como entes de un territorio, como nativos, tengo que organizarme desde mi cotidianidad, y luego extenderme.

Esa es la propuesta del cultivar. Es una tarea que creemos sencilla, pero a veces es la tarea de nuestra vida. Desde ahí hay mucho que hacer para posicionarnos como seres humanos en un contexto social, político y cultural, que tiene responsabilidades y que puede guiar a muchas otras personas. Para llegar a eso no debemos pensar a nivel Latinoamérica ni global, sino desde mi cuerpo, mi pareja, para ir evolucionando paso a paso a otras instancias de territorios.

Latinoamérica se ha construido sobre un despojo de comunidades originarias, sobre una extracción de recursos en el territorio. Tenemos que reivindicar a las comunidades y vincular a las abuelas y abuelos, quienes realmente nos pueden guiar a un buen vivir en el territorio.

– ¿Por qué crees que nos hemos desconectado de las culturas, paisajes e incluso entre las mismas personas?    

Lo que pienso de la desconexión en un mundo tan hiper-conectado es que se debe al miedo. El miedo hay que entenderlo no como algo malo, sino una energía que se alimenta de nuestra energía. Desde allí nos desconectamos de nosotros mismos para conectarnos a una red social como Facebook, a empresas ajenas que buscan que compremos sus productos, o que escuchemos sus noticias; son entidades que se alimentan desde el miedo para conectarnos a ellas, pero desconectándonos de nuestros cuerpos, de nuestro entorno real y de la realidad que hace que podamos trascender en nuestra vida.

Debemos conectarnos a la red que sostiene nuestra vida, pero a veces eso nos aterra. A mucha gente le da miedo estar en silencio o no tener el televisor prendido o simplemente meditar. A veces nos aterra caminar el bosque o estar solos. ¿Si no logramos conectarnos con nosotros mismos cómo podremos conectarnos con los demás?

Vivimos en una sociedad antropocéntrica en donde las tecnologías son diseñadas y son muy eficientes para la conexión humana, pero ¿cómo podemos conectarnos con otros seres, con las plantas, con la luna, las estrellas, con los biorritmos, con nuestros antepasados? Esas conexiones base son muy importantes de trabajar para expandir nuestra red, sin trabajamos sobre ilusiones basadas en el miedo que nos absorben energía. Conectarse con la tierra es ganar energía que fluye, conectarnos con el agua, con nuestros padres.

El desafío actual del proyecto Minkalab es lograr fortalecer la producción de alimentos agroecológicos, siendo la base de subsistencia la soberanía alimentaria © Gabriel Vanegas.

– Existen muchas desigualdades en los territorios, donde la urbanidad y la ruralidad surgen como desvinculadas ¿Qué piensas de esta relación campo-ciudad?  

La diferencia campo-ciudad la veo como parte de una desconexión del cultivar, de la cultura. Esto viene desde la Revolución Francesa o de la Ilustración, cuando las ciudades empiezan a acaparar todo lo que era del campo, la parte cultural, y centrarlo en las ciudades. Eso ha hecho que las personas de las ciudades sea gente intermediaria de la producción del campo, y se desvinculan de la raíz dónde vienen sus alimentos, de dónde viene su cultura. El campo queda como un lugar donde sólo hay producción de alimentos, como agroindustria.

Hay que reintegrar lo rural. No diciendo que las ciudades se van a acabar y que todos debemos ir al campo, pero sí que las ciudades deben repensarse también como espacios rurales, donde también se produzcan alimentos y agua; y la ruralidad debe pensarse como lugares que producen tecnologías y cultura. Las ciudades deben apoyar lo rural desde la conservación, no desde lo industrial. Y desde lo rural que se apoye la ciudad desde lo cultural y social.

Actualmente en el campo se puede vivir con conexión a internet, pero también con conexión a la tierra. Lo mismo que en las ciudades, donde se puede vivir con internet, pero también con una relación con la tierra, a través de la jardinería comunitaria, urbana, huertos, cultivo de hongos o fermentos. Sin esa conexión a la madre, a la raíz, no se puede alcanzar ese buen vivir.

– ¿Cómo te imaginas un futuro más sustentable?

Según cuentan los mayores de diferentes comunidades, vendrán cambios aún más fuertes para la humanidad. Es difícil ver un futuro para mí, de cómo desarrollaremos nuestra humanidad, nuestra cultura actual, pero lo que sí veo es actuar en el ahora. Es salir del miedo y de la angustia e ir a la acción, sin preocuparse en el futuro, ir tejiendo con las personas que están en la misma sintonía que uno. Es momento de fortalecer vínculos, de potenciar todos los esfuerzos y no trabajar individualmente, sino en colectivo.

Tenemos que confiar en la naturaleza, forjar el presente, que es un regalo. Trabajando desde el presente valoramos el pasado; al escribir el pasado, proyectamos el futuro. Para tener un futuro sostenible hay que pensar en el presente y actuar en el ahora.

– ¿Cómo conectas la agricultura con el arte?

Ejercer la agricultura es hacer arte. Plantar una semilla, ayudarla a que se perfeccione y observar su floración; las mismas formas de agricultura que pueden ser como un mandala o una geometría sagrada; todo ejercicio cultural lo podemos enfocar hacia un ejercicio artístico. Ver el arte no como algo aparte o como una decoración, sino como el mismo hecho de cultivar. Es entender que el arte, la ciencia, viene del cultivar; que cuando observo las estrellas, la luna, el sol, me conecto espiritual y creativamente en el hacer diario. No se trata de algo que hago para exponer en un museo, sino el arte de la vida. Desde el café que preparas en la mañana, hasta las experimentaciones con fermentación, la alquimia con diferentes plantas, maceraciones, el sabor, olor, todo eso es arte.

El aula viva como espacio de intercambio y unión © Minkalab. 

Sobre Minkalab y el Festival TTU 2021

Sitio web de Minkalab: www.minkalab.org

Conversatorio online “Culturas Ancestrales de la Cordillera Andina, cultivar la vida, cultivar la tierra”  en en el siguiente link en Festival Toda la Teoría del Universo 2021: https://www.youtube.com/watch?v=6b1Q70Vume8&ab_channel=TodalaTeoriadelUniverso

Imagen de portada: Gabriel Vanegas, creador de Minkalab, recorre el laboratorio rural en las tierras cafeteras de Colombia, donde han recuperado antiguos potreros con especies nativas © Minkalab.